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jueves, 19 de abril de 2007

Quasimodo

Siguiendo con la introducción a todos los personajes que conformamos la historia de Notre Dame de Paris, tengo el honor de presentaros al que da título a la obra, El Jorobado de Notre Dame: Quasimodo.

Fue abandonado cuando era pequeño en la puerta de Notre Dame, de donde el archidiácono Frollo lo rescató y lo tomó bajo su custodia, ya que el resto de la gente lo despreciaba por su aspecto. Esto sucedió en el día de Quasimodo, razón por la cual llamó así al niño.

Frollo le nombró campanero de Notre Dame, lugar en el que vive, encargándose de hacer repicar a sus amigas las campanas siempre que las misas lo requieren.

Frollo enseño al jorobado a leer y a escribir, y tal es la gratitud que Quasimodo siente por él, que haría cualquier cosa por agradarle.

Quasimodo acudió a la celebración de la Fiesta de los Locos, donde fue coronado por voto de la gente de París como el Papa de los Locos, y allí fue donde le vi por primera vez, ya que fui yo la que le coroné. Tras el ataque en las calles de París y el trago que le ofrecí cuando le torturaban en la rueda, Quasimodo me ofreció refugio en Notre Dame siempre que lo necesitase.

Cuando Frollo metió a los gitanos en prisión, Quasimodo recordó nuestra amistad y los liberó, y con su ayuda fueron capaces de rescatarme de las garras del malvado cura, y el jorobado me llevó con él al interior de Notre Dame, donde me cuida y me protege de los que quieren hacerme daño.

Siempre es bueno saber que puedo contar con alguien a quien me une una amistad más fuerte que la vida o la muerte, ya que debajo de su cruel aspecto late un corazón noble y generoso.

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